sábado, 17 de marzo de 2012

Feliz día!

Hoy, mientras daba la teta al Pequelito en la cama, escuchaba como Tiribailes me reclamaba.
Cuando esto ocurre, me sorprendo con la facilidad que tienen M de "despistarle" e impedir que suba a buscarme y de paso despertar a su adorado "manito pequelito".
Sonrío y se me llena el alma de agradecimiento a la vida por haberle conocido. Agradecimiento a las hormonas que hicieron que nuestro amor entrase a raudales en nuestros cuerpos, el mismo amor que ahora me llena. ¿El mismo? No, reconozco que no es el mismo, es mejor.
Hoy, cerquita de día de Padre, quiero escribir estas líneas agradeciendo a estos papás, en general, y a mi querido M en particular, su "labor".
Porque las hay con suerte y yo, soy una de ellas.
Agradezco a la vida el haberlo puesto en mi camino. Agradezco a mi cuerpo el haber reaccionado esa mirada suya que me enamoró y me agradezco a mi misma el haberme escuchado y así romper con mi anterior vida para empezar una nueva a su lado.
Cuando me enamoré de él, no sabía quien era, no sabía si me secundaría en mis "locuras" ¿o si? Si, tal vez me enamoré de él precisamente por eso, porque supe que sería mi aliado, porque sabía que con él no harían falta explicaciones.
Cuando dije que quería ser madre, no hicieron falta explicaciones.
Cuando dije que no quería parir en un hospital, que quería hacerlo en casa, no hicieron falta explicaciones.
Cuando perdí a los gemelos, cuando celebro su cumpleaños, cuando les digo a sus hermanos que tienen unos hermanos en el cielo... no hacen falta explicaciones.
Cuando me planteaba no vacunar, cuando deseaba dormir con mis hijos y darles toda la teta del mundo, cuando me quería alejar de la cuidad, cuando quería criar a mis hijos informando de los límites y no imponiéndoselos... no hicieron falta explicaciones.
Hombres buenos (pero de los de verdad), haberlos haylos, aunque escasean, por eso hoy quiero dedicarles estas letras nocturnas.
Se las dedico a todos los papás que, como mi querido M, nos acompañais en este viaje tan emocionante de la maternidad y la crianza.
A los que se descubren reconociendo su lado femenino y lo aceptan.
A los que a altas horas de la madrugada se pasean pasillo arriba y abajo, meciendo los catorce kilos de vuestro hijo para que sus chicas descansen con un bebé bajo el ala, mamando.
A los que se encargan de los baños, las cenas y limpiezas, mientras sus chicas se sientan en el sofá a dar de mamar a sus hijos.
A los que no gritais a vuestros hijos cuando quisierais tirarlos por la ventana.
A los que os agachais para estar a la altura de vuestros hijos y poder compartir mejor su mundo. A los que después de varios meses sin poder haber echado un polvete en condiciones, seguís diciendo a vuestras mujeres lo guapas que están y las ganas de ellas que teneis.
A los que todavía os quedan ganas después de no parar en todo el día y compartir una casa desordenada con una mujer despeinada, que cree recordar que se duchó ayer, en pijama a las tres de la tarde en el que, nadie sabe como, cuelga una tirita de Caillou pegada entre pelusillas y migas de pan, con la sartén del pisto requemado, y un arroz blanco a medio hacer, con la camiseta que ha visto tiempos mejores llena de rodetes de leche de distintas horas, que en ella se podría medir el tiempo, como en el tronco de los árboles, que tiene ese olor característico en el pelo y hombro, un olor como de leche agria, que por cierto se le están moldeando los brazos de llevar al niño todo el día en brazos...
A los que no os hacen falta explicaciones, porque confiais...
Muchas gracias a todos.
Y gracias a M. Te quiero. Te quiero. Te quiero.

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